Monday, August 30, 2004

[ 1979 ]

No sé bien cómo llegué hasta allí, pero en el fondo lo comprendo perfectamente. El señor del guión se compadeció de mí y me inspiró para triunfar en un certamen nacional de poesía (obviamente me descuadré de la cursileria y los cantos a la naturaleza) y con el premio comprarme una guitarra acústica Tizona. Ahí estaba yo a los 15. Grabando especiales de Velvet Underground a horas inadecuadas, refugiandome en los ciclos de cine, explorando librerías nuevas y usadas, convirtiendo mi pieza en mi submarino verde con sus revistas, videos, televisión, cuadernos, zonas de contacto, fotos, libros, casets y posters sacados de la New Musical Express o la Empire y totalmente deslumbrado por la existencia, corriendo mientras mis compañeritos del colegio caminaban.
En mi guitarra sacaba las canciones que grababa del programa radial"Fe de Erratas". Y al ritmo de The Jam, Beatles, Dylan y los Stones me animé a tomar un cuaderno regalado y escribir versos y recordar acordes lindos que me salían de pura Gracia cargados de pena y rabia contra el mundo, contra mis compañeritos y la chica inteligente y guapa y un poco menor que yo que no me tomaba en cuenta. El mundo, obviamente, seguía "girando que es lo suyo"; los giles de mis compañeros seguían zorroneando con sus partidos de futbol, tomateras, discos y camionetas a toda velocidad (el cliché nunca fue más cierto) y la muy maldita ni siquiera se animaba a escuchar la canción pop que estaba componiendo.
Después de clases me ponía una salida de cancha adidas que encontré en una tienda de ropa usada, unas zapatillas azules muy bonitas, seleccionaba un caset de mi colección y tomaba una micro para el centro de Concepción. Desde allí comenzaba mi safari completamente solitario y bohemio y beat por una ciudad que nunca me dio mucho, aunque yo tampoco le pedí demasiado. Solamente 5 minutos de felicidad y 55 de incertidumbre. Con eso me bastaba. Pero confundí la estrella más brillante con una bengala que algún militar asustado con la detención de Manuel Contreras lanzó contra el cielo de Talcahuano.
¿Como hacer para que aquella chica me tomara en cuenta?
De partida no podía meter un gol al último minuto que nos coronara como campeones de algo. Tampoco me parecía muy atractivo lanzarme contra los carabineros durante la protesta de turno y menos suicidarme. Lo único que tenía eran mis canciones. Nada más.
Y una lista de cosas que me ayudaban a vivir en una hoja que perdí en el pantalón que mojé cuando fui a la Laguna San Pedro a nadar solo buscando quisá un plano perdido del paraíso.
Ya era más grande y en la televisión entrevistaron a un tipo que le contaba a una periodista muy bonita como lo había logrado y en el cine John Cusack se la jugaba con una radio sobre sus hombros y volvía de un recital y el otro día era feriado y mis padres se habían ido dejandome la casa para mí y podía subirle el volumen a la radio y los sanjuanes chocaban contra la ventana lo que significaba que la primavera llegaba con sus promesas de pájaros que vuelan sin quemarse las alas y peces felices de la vida en el agua.
Digamos que di uno de esos saltos que me encanta dar hacia el sol y me lancé desde la galaxia de Tomé. Y digamos descubrí que no podía volver. Y digamos que aterrizé en un terminal de buses con música gogo y me escondí en una pieza de hotel con tv cable. Y descubrí que había amigos, que había música, que habían libros y habían películas. El pasaje era la universidad, pero preferí dormir y de repente despertar en algunas estaciones que me interesaban. Quería seguir siendo niño, estar con un pie en la tierra y otro en el amigable infinito, quería estar entre lo cotidiano y lo sublime y vivir una cultura pop que tomaba cafés en el Forestal con la alta cultura. Y querer es poder pienso este lunes 30 de agosto a las 11.08 de la mañana. Tal vez este blog de 24 capítulos será el mapa del paraíso entregado por el Destino en forma de zapatillas converse cansadas, oídos que no dan más tras un recital, manos heridas de tanto tocar guitarra, el corazón con ganas de abrazar al planeta y su gente y sus ciudadees y Barcelona y Berlín y Nueva York y París y comidas ricas y departamente propio y besos y cariño y promesas que por una bendita vez, son de deveras.
Y acá estoy con mi guitarra buscando hacer la mejor canción. Una para mis amigos. Para quienes quiero. Para una dama que me quiere y me espera. Para el pasado y el presente. Al final descubro que la famosa chica que no me tomaba en cuenta era mi propia vida y que al final del viaje el espejo se rompió y hay una lucesita que me dice "vamos jotacé, animate". Y por primera vez confío.
Y cuando el amplificador que tengo dentro del pecho aumenta su volumen y distorsión, cuando recuerdo esas tardes tristes, cuando pienso en haber llegado tarde a todo, en que nadie me quiso realmente como yo era siendo que a mi no me costaba demasiado querer, cuando me pongo sentimentaloide, pero a la vez valiente de mostrarlo, cuando estoy vulnerable dandole la ilusión al resto que realmente saben lo que me pasa, cuando quiero mandarlo todo a la mismísima mierda, recuerdo que soy feo, pero que tengo mis canciones.
La canciones las tengo guardadas aquí pero llegó el momento de mostrarlas.
Y lo acepto todo, porque me volvería loco tratando de hacerle el quite a la fuerza de la vida, pero cuando ella no se cuenta, yo pondré una bomba en el centro de la desgracia. Tengo un aliado en el cielo y mis amigos y mi amor, y mis cultura pop y mis zapatillas listas para seguir caminando y corriendo de una vez, sintiendo que la libertad es algo más que una palabra y el "te amo" una palabra digna de ser sentida más veces y que desde 1979 estoy acá, comprendiendo perfectamente que mi misión es escribir la mejor canción del mundo.
¿Quieres ayudarme?
=) !!!